Transcribo a continuación la carta abierta al Sr. Presidente enviada por el Sr. Alvaro Soutuyo hoy 4 de setiembre de 2012, cuyos principales conceptos, en especial la necesidad de una gestión ambiental del territorio, comparto plenamente.
Solo entendiendo los procesos que se producen en nuestro territorio y como nos afectan, podremos tomar las decisiones adecuadas para que mas allá de nosotros, quienes nos sucedan puedan desarrollar una vida plena.
Solo entendiendo los procesos que se producen en nuestro territorio y como nos afectan, podremos tomar las decisiones adecuadas para que mas allá de nosotros, quienes nos sucedan puedan desarrollar una vida plena.
Saludos
Raúl E. Viñas
Estimado Presidente, Ud. no me conoce, pero en
los últimos tres años he trabajo para Ud. desde distintos ámbitos.
Déjeme presentarme, mi nombre es Alvaro Soutullo. Durante su gobierno
fui asesor del Director Nacional de Medio Ambiente, asesoré a la
Comisión Interministerial sobre el Puerto de Aguas Profundas en la
evaluación de potenciales sitios para la ubicación de un puerto, soy
investigador postdoctoral del Instituto Clemente Estable, que depende
del MEC, coordino honorariamente un área del Museo Nacional de Historia
Natural, que también depende del MEC, y soy Investigador del Sistema
Nacional de Investigadores de la ANII.
Quiero
pedirle disculpas por no haberlo sabido asesorar correctamente. Claro
que eso es sólo en parte culpa mía, nunca tuve la oportunidad de
conversar directamente con Ud. Pero también es cierto que no he sido
capaz de hacerle llegar con claridad algunos elementos de juicio que me
parecen centrales para su gestión. Como no creo probable que en el corto
plazo tenga la oportunidad de conversar con Ud. de estos temas, le
escribo esta carta en parte para subsanar ese error.
Me
terminé de decidir a escribirle esta carta abierta tras leer las
declaraciones que Ud. hizo durante su visita a la estación conversora de
frecuencia que tiene UTE en Cerro Largo. Me preocupa pensar que Ud. no
visualice la gestión ambiental del territorio como un requisito
ineludible para el desarrollo, como una condición sine qua non
para el desarrollo. Discúlpeme si me equivoco. Yo se que esta noción es
relativamente reciente y todavía no la terminamos de incorporar
cabalmente en nuestros esquemas de pensamiento.
El
punto es que nos hemos dado cuenta que los recursos naturales son
finitos, y que necesitamos asegurarnos un adecuado funcionamiento de los
sistemas naturales para poder sostener a las sociedades humanas. Tanto a
nivel global como local hemos visto que nuestros patrones de uso de
esos recursos están deteriorando significativamente la capacidad de los
sistemas naturales de generar condiciones apropiadas para el desarrollo
de nuestras sociedades. Esto se evidencia en el deterioro de algunos
servicios ambientales que la naturaleza nos brinda gratis, como el
mantenimiento de la calidad del agua, el control de enfermedades, o la
regulación de las fluctuaciones hídricas o climáticas, y tiene impactos
directos e indirectos en el bienestar de las personas.
¿Qué
es lo que quiero decirle con esto?, que en los planes de desarrollo del
país tenemos que asegurarnos que esos sistemas naturales sigan
funcionando adecuadamente, que nuestras iniciativas de desarrollo tienen
que ser seleccionadas, diseñadas y adaptadas para asegurarnos que no
van a terminar deteriorando los elementos que generan las condiciones
que permiten el desarrollo. Eso no significa no tocar nada, significa
tocar con cuidado, y es lo que ha dado origen a una noción de desarrollo
más abarcativa que la visión tradicional, que reconoce la necesidad de
analizar las políticas y proyectos de desarrollo integrando perspectivas
económicas, sociales y ambientales. No por lujo, por necesidad.
El
problema es que esas perspectivas a veces entran en conflicto (pero ojo
que no siempre, le diré que de hecho generalmente no hay tal
conflicto). Ahí es cuando es clave tener elementos de juicio para
entender las consecuencias de una decisión u otra. Lo que viene a querer
decir esto es que más dinero, o más energía, o más tecnología, o más
ambiente intocado, si quiere, no es más desarrollo.
Esta
“nueva realidad” requiere un cambio en la forma en la que tomamos
decisiones. Necesitamos economistas que no vean el incentivo del consumo
como una solución a las crisis económicas, porque el planeta no nos da
si seguimos insistiendo en esa dirección. Ud. me dirá, pero mire
Soutullo que el paisito aguanta, y si, tiene razón, todavía aguanta un
poco más, y me puede decir, pero además está el ingenio humano, que es
ilimitado, quédese tranquilo que ya le encontraremos una solución
tecnológica, y ahí ya me pongo un poco más nervioso.
Déjeme
contarle de un proyecto desarrollado por la Universidad de Arizona, la
Universidad de Columbia, la NASA y otros socios entre 1985 y 2007. El
proyecto se llamó Biosfera 2 y tenía como objetivo estudiar la
viabilidad de construir biosferas cerradas para utilizar en la
colonización espacial. Intentaron reproducir un hábitat autosuficiente
similar a la Tierra. Para eso crearon una estructura hermética de más de
una hectárea en la que vivieron en aislamiento equipos de
investigadores durante períodos de hasta dos años. Aislados de su
entorno tenían que gestionar y regenerar su energía, generar y
administrar su agua y alimentos y controlar su atmósfera. Lo único que
compartían en común con el resto de la Tierra era la radiación solar.
El
proyecto costó más de 200 millones de dólares. Hay mucho que contar de
ese proyecto, pero para resumir, varias cosas salieron mal. El oxígeno
no se regeneraba al ritmo previsto y se detectaban altos niveles de
oxido nitroso. Con esa atmósfera enrarecida los investigadores padecían
un agotamiento y fatiga similar al mal de altura. Otro problema
importante fue la producción de alimentos. Las plagas proliferaban,
mermando la producción vegetal. Los investigadores desarrollaron una
verdadera obsesión por la comida, apareciendo más tarde serias
desavenencias con acusaciones de robo de comida. Uno de los
investigadores declaró: "Utilizábamos el 95% de nuestro tiempo
gestionando nuestra comida y cuidando nuestra supervivencia, apenas
había tiempo para el trabajo científico".
¿Por
qué le cuento esto? Para decirle que aún no tenemos la tecnología
necesaria para sustituir procesos naturales que la naturaleza nos da
gratis, y que cuando la tenemos el costo económico de generar esos
servicios puede ser muy elevado. Sin ir muy lejos piense cuánto dinero
invierte Ud. en mantener la productividad del suelo y controlar las
plagas en su chacra. Seguramente con tiempo podremos desarrollar la
tecnología necesaria, el problema es que la velocidad con la que estamos
deteriorando los sistemas naturales es mayor que la velocidad con la
que desarrollamos la tecnología para producir los servicios que estamos
perdiendo. Hay zonas enteras de China en la que los árboles frutales se
polinizan a mano, en Uruguay eso todavía lo hacen gratis abejas y otros
insectos.
No
sé si la planta de energía a carbón de la que Ud. habló en Cerro Largo
era buena idea o no. Sospecho que no, pero le concedo la duda. Lo que
necesitamos son mecanismos que más allá de su opinión o la mía nos
ayuden a tomar las decisiones correctas. Déjeme contarle otro proyecto,
este más humilde y “made in” Uruguay. Es un proyecto que desarrollamos
hace un par de años con colegas de la Universidad de la República.
Pretendía analizar los impactos sociales y ambientales de la expansión
del cultivo de soja en Soriano. Encontramos que los impactos positivos
de este proceso se han dado esencialmente en los sectores vinculados a
la actividad agrícola, sin un derrame evidente de beneficios en el resto
de los sectores sociales del departamento. En algunas dimensiones las
condiciones de vida han mejorado en relación con el resto del país, en
otras han empeorado, pero mayoritariamente no hay una diferencia
significativa. Como contraparte este proceso ha estado asociado a una
pérdida en la superficie de campo natural, el ecosistema pecuario con
mayor capacidad de recuperarse ante eventos climáticos extremos, y en la
capacidad del territorio del departamento de amortiguar las
fluctuaciones hídricas y mantener la calidad de agua, asociado a un
incremento exponencial en la cantidad de agroquímicos que llegan a los
cursos de agua. Seguramente hayamos hecho mal alguna cuenta o nos
hayamos olvidado de algún elemento importante en el análisis y los
resultados no sean exactamente estos. Lo importante en todo caso es
preguntarse por qué, con toda la apuesta que ha hecho el país al
desarrollo de una agroindustria exportadora, nunca nos tomamos el
trabajo de hacer un análisis de este tipo. ¿Cómo sabemos si este es un
buen o un mal negocio?, o en todo caso cómo sabemos quién pierde y quién
gana con este negocio.
Para
tomar buenas decisiones necesitamos hacer bien las cuentas, y para
hacer bien las cuentas tenemos que entender mejor las ramificaciones y
consecuencias indirectas de nuestras decisiones. Esto se vuelve
rápidamente complejo y los grados de incertidumbre suben, y a ninguno
nos gusta la incertidumbre. Pero sabe una cosa, Sr. Presidente, en el
mundo en el que vivimos la incertidumbre es inevitable, y cuanto antes
cambiemos nuestros mecanismos de toma de decisión para reconocer
honestamente esas incertidumbres e incorporemos adecuadamente
herramientas de decisión en escenario de incertidumbre, mejor nos va a
ir. Nos vamos a llevar menos sorpresas y vamos a estar mejorar
preparados para reconocer y aprovechar oportunidades, y afrontar
cambios.
Si
hay algo en lo que estoy totalmente de acuerdo con Ud. es en que hay
que tomar decisiones, y eso implica correr riesgos, y eso está bien. A
veces haya que jugársela y saltar sin saber muy bien donde va a caer
uno. Pero hay que tomar esas decisiones sabiendo realmente los costos y
los riesgos, y eso requiere análisis honestos, inteligentes, amplios, y
sabe qué, también un poco humildes, sabiendo que no conocemos y que no
entendemos una parte importante de lo que está en juego.
Déjeme
terminar contándole que en este momento estoy en Corea. Vine al
congreso mundial de conservación de la naturaleza. Hay un montón de
gente interesante por acá, incluyendo algunos de los empresarios más
ricos de este planeta. Ayer pasé todo el día visitando un parque
nacional al que se llega en metro desde el centro de Seúl. Es el parque
más visitado del mundo, rodeado por la ciudad de Seúl. Corea podría
haber decidido lotear y vender eso, seguro que el negocio era muy bueno,
pero encontró que era mejor para el bienestar su gente tener este lugar
acá, así como esta, con mucho verde. Me llevó tres hs subir a la cima
de una de las montañas del parque y pensé mucho en Ud. desde ahí arriba.
Corea tiene más del 6% de su territorio designado área protegida,
Uruguay menos del 1%. Seguro que los Coreanos no ven ese 6% como traba
para su desarrollo. El año pasado tuve la oportunidad de visitar otro de
sus países favoritos, Nueva Zelanda. La superficie de áreas protegidas
de Nueva Zelanda cubre más del 20% del territorio del país. Le propongo
que estudie la gestión que hacen de su ambiente estos países, que
investigue cuánto invierten de su presupuesto nacional en mantener
funcionando sus sistemas naturales (Uruguay menos del 0,2% según PNUD),
seguro que de eso Uruguay también tiene mucho que aprender.
Uruguay
tiene una ventaja comparativa, que es la condición de ser un país
natural. Esta es una característica cada vez más escasa a nivel global y
puede ser el sello distintivo de calidad del país en los mercados
internaciones. Lo que me preocupa, Sr. Presidente es que rápidamente
estamos perdiendo esa ventaja.
Discúlpeme
si esta carta se extendió más de lo conveniente, pero no quería pecar
de demasiado escueto. Como siempre, estoy a su disposición cuando Ud.
guste.
Alvaro Soutullo, PhD
CI 1799223-0
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