Lamentablemente la situación no es la misma en muchas partes de nuestro mayor atractivo turístico, generador de nuestra mayor industria sin chimeneas.
Especialmente en Maldonado es patente el DESordenamiento territorial.
Se han construido sobre la propia playa una serie de galpones, se han alambrado porciones de la costa como potreros, que son utilizados para el estacionamiento nocturno de camiones y se ha destruido una importante parte de la vegetación nativa para habilitar estacionamientos privados tarifados. Para completar el panorama, en los últimos años, entre la playa y la Ruta 10, en la zona definida por ley como franja de defensa de costas, han `aparecido` una serie de construcciones que comenzaron como un quiosco para operar una inmobiliaria, pero que, agregados mediante, ya conforman hoy tres casas con carteles de alquiler, para cuya construcción se arrasó con maquinaria pesada las dunas y la vegetación, justo detrás del cartel del Mvotma prohibiendo la circulación de vehículos en la zona. Todo esto sin que jamás hubiera carteles de permiso de construcción ni de inscripción en BPS de la obras realizadas, en una zona donde las mismas debieran por ley contar con la aprobación de la Intendencia, el Mvotma e incluso de la Prefectura Nacional Naval. Quizá sea el momento de decir basta a estos atropellos y especulaciones inmobiliarias que amenazan destruir una parte privilegiada de nuestra costa.Cuidar de estos valores es tarea de todos. En diez años practicamente hemos dejado destruir grandes porciones de nuestro mayor recurso turístico, ¿Que quedará para 2035?
Especialmente en Maldonado es patente el DESordenamiento territorial.
Hace ya más de 20 años que veraneo en la llamada Playa Hermosa, vecina de Piriápolis, un lugar privilegiado con playa y cerros que componen un paisaje único.
Lamentablemente, en los últimos años la degradación ambiental está cobrando fuerza en la zona de la propia playa ante los ojos miopes de las autoridades municipales de Maldonado, el Ministerio de Medio Ambiente e incluso el BPS.Se han construido sobre la propia playa una serie de galpones, se han alambrado porciones de la costa como potreros, que son utilizados para el estacionamiento nocturno de camiones y se ha destruido una importante parte de la vegetación nativa para habilitar estacionamientos privados tarifados. Para completar el panorama, en los últimos años, entre la playa y la Ruta 10, en la zona definida por ley como franja de defensa de costas, han `aparecido` una serie de construcciones que comenzaron como un quiosco para operar una inmobiliaria, pero que, agregados mediante, ya conforman hoy tres casas con carteles de alquiler, para cuya construcción se arrasó con maquinaria pesada las dunas y la vegetación, justo detrás del cartel del Mvotma prohibiendo la circulación de vehículos en la zona. Todo esto sin que jamás hubiera carteles de permiso de construcción ni de inscripción en BPS de la obras realizadas, en una zona donde las mismas debieran por ley contar con la aprobación de la Intendencia, el Mvotma e incluso de la Prefectura Nacional Naval. Quizá sea el momento de decir basta a estos atropellos y especulaciones inmobiliarias que amenazan destruir una parte privilegiada de nuestra costa.Cuidar de estos valores es tarea de todos. En diez años practicamente hemos dejado destruir grandes porciones de nuestro mayor recurso turístico, ¿Que quedará para 2035?
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