Navegando en
aguas turbulentas
La del
Coronavirus 2019 (Covid-19) no es la primera pandemia que afecta a la humanidad
y seguramente no será la última. La historia registra muchas pandemias, algunas
altamente mortíferas como la de la Gripe “Española” de 1918 y el mundo convive
con la pandemia del VIH desde hace casi cuarenta
años.
El Covid-19 no es
especialmente letal y la mayoría de los afectados, aproximadamente el 80%, lo
superan sin necesidad de una internación hospitalaria. Lo que hace especial a
este virus es la facilidad de su contagio en base a su capacidad de transmisión
aérea, su larga sobrevivencia fuera del cuerpo humano y el hecho de que una persona
“infectada” puede estar más de 10 días asintomática pero contagiando a sus
contactos en ese lapso.
Son esas
capacidades las que permiten que en poco tiempo el virus pueda afectar grandes
masas de población, generando una insoportable carga sobre los sistemas de
salud, en especial los servicios de cuidados intensivos. Estos pueden entonces ser
sobrepasados en su capacidad de atención y tratamiento, al tiempo que el
contagio reduce el número del personal médico y de enfermería disponible para
atenderlos.
En poco más de
cien días el Covid-19 ha llegado a todo el mundo. Más allá de los publicitados
casos, primero de China y Corea y más cerca en el tiempo de Italia y España, el
virus ya está presente en toda América y más de cuarenta países africanos de los
que poco se habla y menos se sabe.
El dilema es el
mismo en todo el mundo, si no se toman medidas que limiten los contactos entre
los ciudadanos, la expansión del virus puede llevar al colapso incluso de los
mejores servicios médicos.
Si se decide establecer un toque de queda, difícil
de controlar y hacer cumplir, se paraliza la economía y se generan graves
problemas de abastecimiento a la población. La necesidad de que esa situación
se mantenga al menos por dos semanas para cortar los contagios la hace casi
insostenible.
El camino del
medio, por el que transita nuestro país hasta hoy martes, limitando los
contactos pero tratando de mantener “los motores de la economía prendidos”, puede llegar a dar resultados, si se logra con
ello mantener el número de personas necesitadas de internación dentro de valores
manejables. Tengamos en cuenta que la carga del Coronavirus se agrega a la que
normalmente soporta el sistema de salud, para la que el mismo está
dimensionado.
Los resultados
los veremos a futuro, ya que no hay experiencia previa en el mundo de una
situación similar. En el caso de nuestra región se agrega que ya ha comenzado
el otoño y que en el invierno el número de afectados se sumará al de los casos de
afecciones invernales.
Si las medidas
dan resultado, puede que la letalidad
del virus no supere el cuatro por ciento de los afectados, pero más allá de ese
número, que puede ser muy alto, los efectos de este “parate” sobre la economía
y la sociedad en general perdurarán.
La palabra
recesión aparece hoy en la boca de muchos, el cierre de empresas, ya sea en
forma voluntaria para evitar contagios o por la fuerza de los hechos como en el
caso de la hotelería o desde el lunes las relacionadas con la construcción,
tiene efecto recesivo en el mercado de trabajo y en la recaudación del estado,
que al mismo tiempo debe hacer frente a gastos “extra” principalmente en el
sistema de salud y la seguridad social.
Los cambios
sociales, desde lo básico de la forma de saludarnos, a todo lo relativo a la
forma de ver al “otro” y de relacionarnos seguramente perdurarán más allá de
este virus cuyas mutaciones hacen difícil se logre la autoinmunidad que nos ha
protegido como especie por ejemplo del sarampión y las paperas.
La experiencia
internacional puede ser una guía sobre que cosas dan o no resultados, cada país,
cada región y cada grupo humano dentro de ellas es distinto; costumbres,
tradiciones y hábitos se combinan para generar situaciones diferentes frente a
la pandemia.
Navegamos en
aguas turbulentas y desconocidas, cada uno de nosotros debe ocupar su lugar
para que el barco llegue a buen puerto. Para ello es necesario que el rumbo se
planifique y que esa planificación sea por todos conocida, a fin de que en el
entendimiento se pueda colaborar mejor. Es indispensable además que el timón sea llevado con mano firme, pero con
los ojos y oídos del timonel bien abiertos para hacer un cambio de rumbo a
tiempo si es necesario.
Así podremos terminar
dibujando para nosotros y las futuras generaciones el mapa que nos ayude a transitar este tipo de
situaciones de la mejor manera.
Para cuando esto
pase, porque va a pasar, quizá convenga analizar como llegamos a esta
situación, la que seguramente se repetirá, dado que los humanos estamos
continuamente expandiendo nuestra área, invadiendo territorios y entrando en
contacto con especies que en millones de años han desarrollado una cohabitación
simbiótica con virus, bacterias y otros organismos que encuentran en el cuerpo
humano un hábitat indisputado para reproducirse y colonizar.
No es la
comparación más feliz, pero el encuentro de los europeos y americanos en la
conquista es un ejemplo de como esto puede suceder.
PUBLICADO EN VOCES 26-3-2020
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