26 de marzo de 2020

TERRA IGNOTA


Navegando en aguas turbulentas

La del Coronavirus 2019 (Covid-19) no es la primera pandemia que afecta a la humanidad y seguramente no será la última. La historia registra muchas pandemias, algunas altamente mortíferas como la de la Gripe “Española” de 1918 y el mundo convive con la pandemia del  VIH desde hace casi cuarenta años.

El Covid-19 no es especialmente letal y la mayoría de los afectados, aproximadamente el 80%, lo superan sin necesidad de una internación hospitalaria. Lo que hace especial a este virus es la facilidad de su contagio en base a su capacidad de transmisión aérea, su larga sobrevivencia fuera del cuerpo humano y el hecho de que una persona “infectada” puede estar más de 10 días asintomática pero contagiando a sus contactos en ese lapso.

Son esas capacidades las que permiten que en poco tiempo el virus pueda afectar grandes masas de población, generando una insoportable carga sobre los sistemas de salud, en especial los servicios de cuidados intensivos. Estos pueden entonces ser sobrepasados en su capacidad de atención y tratamiento, al tiempo que el contagio reduce el número del personal médico y de enfermería disponible para atenderlos.

En poco más de cien días el Covid-19 ha llegado a todo el mundo. Más allá de los publicitados casos, primero de China y Corea y más cerca en el tiempo de Italia y España, el virus ya está presente en toda América y más de cuarenta países africanos de los que poco se habla y menos se sabe. 

El dilema es el mismo en todo el mundo, si no se toman medidas que limiten los contactos entre los ciudadanos, la expansión del virus puede llevar al colapso incluso de los mejores servicios médicos. 

Si se decide establecer un toque de queda, difícil de controlar y hacer cumplir, se paraliza la economía y se generan graves problemas de abastecimiento a la población. La necesidad de que esa situación se mantenga al menos por dos semanas para cortar los contagios la hace casi insostenible.

El camino del medio, por el que transita nuestro país hasta hoy martes, limitando los contactos pero tratando de mantener “los motores de la economía prendidos”,  puede llegar a dar resultados, si se logra con ello mantener el número de personas necesitadas de internación dentro de valores manejables. Tengamos en cuenta que la carga del Coronavirus se agrega a la que normalmente soporta el sistema de salud, para la que el mismo está dimensionado.

Los resultados los veremos a futuro, ya que no hay experiencia previa en el mundo de una situación similar. En el caso de nuestra región se agrega que ya ha comenzado el otoño y que en el invierno el número de  afectados se sumará al de los casos de afecciones invernales.

Si las medidas dan resultado,  puede que la letalidad del virus no supere el cuatro por ciento de los afectados, pero más allá de ese número, que puede ser muy alto, los efectos de este “parate” sobre la economía y la sociedad en general perdurarán.

La palabra recesión aparece hoy en la boca de muchos, el cierre de empresas, ya sea en forma voluntaria para evitar contagios o por la fuerza de los hechos como en el caso de la hotelería o desde el lunes las relacionadas con la construcción, tiene efecto recesivo en el mercado de trabajo y en la recaudación del estado, que al mismo tiempo debe hacer frente a gastos “extra” principalmente en el sistema de salud y la seguridad social.

Los cambios sociales, desde lo básico de la forma de saludarnos, a todo lo relativo a la forma de ver al “otro” y de relacionarnos seguramente perdurarán más allá de este virus cuyas mutaciones hacen difícil se logre la autoinmunidad que nos ha protegido como especie por ejemplo del sarampión y las paperas.

La experiencia internacional puede ser una guía sobre que cosas dan o no resultados, cada país, cada región y cada grupo humano dentro de ellas es distinto; costumbres, tradiciones y hábitos se combinan para generar situaciones diferentes frente a la pandemia.

Navegamos en aguas turbulentas y desconocidas, cada uno de nosotros debe ocupar su lugar para que el barco llegue a buen puerto. Para ello es necesario que el rumbo se planifique y que esa planificación sea por todos conocida, a fin de que en el entendimiento se pueda colaborar mejor. Es indispensable además que  el timón sea llevado con mano firme, pero con los ojos y oídos del timonel bien abiertos para hacer un cambio de rumbo a tiempo si es necesario.

Así podremos terminar dibujando para nosotros y las futuras generaciones el mapa  que nos ayude a transitar este tipo de situaciones de la mejor manera.

Para cuando esto pase, porque va a pasar, quizá convenga analizar como llegamos a esta situación, la que seguramente se repetirá, dado que los humanos estamos continuamente expandiendo nuestra área, invadiendo territorios y entrando en contacto con especies que en millones de años han desarrollado una cohabitación simbiótica con virus, bacterias y otros organismos que encuentran en el cuerpo humano un hábitat indisputado para reproducirse y colonizar.

No es la comparación más feliz, pero el encuentro de los europeos y americanos en la conquista es un ejemplo de como esto puede suceder.  

PUBLICADO EN VOCES 26-3-2020

 

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