La firma del
documento, que algunos denominan contrato, entre el gobierno uruguayo y
UPM el pasado 7 de noviembre marca un
hito en la relación entre los estados y las empresas.
Seguramente en el
futuro, el documento firmado podrá ser estudiado como ejemplo de la
capitulación voluntaria de las potestades del estado frente a las pretensiones
de una empresa para operar en su territorio. Ese documento, que incluye la
jurisdicción internacional para la resolución de controversias, tiene como
cláusula gatillo la denominada Decisión Final de Inversión (DFI) por parte de
UPM, a partir de la cual cobran fuerza todas las disposiciones que lo
integran.(1)
Entre otras cosas el documento incluye en su punto 3.2.10
(d) una cláusula por la que: “
UPM se compromete a compensar ambientalmente a ROU “
Ese concepto
de compensación es el mismo que hoy le permite a una empresa contaminar en una
determinada parte del mundo y pagar su culpa con la compra de algún certificado
de carbono u otra medida similar en otra parte del mundo, en el entendido de
que el mundo es todo uno.
El mecanismo
me recuerda un poco a las “indulgencias” que en el pasado tenía la Iglesia
Católica, no se perdona el pecado, pero lo exime de la pena.
Tal como
entonces, se genera un mercado de pecados, en este caso ambientales, por el que
se le pone precio a los componentes del ambiente y se organiza una compleja
ingeniería financiera para medir la compensación y darle a los damnificados el
justo valor por las pérdidas causadas.
Casi suena
bien, pero antes de seguir por este camino, los invito a detener la lectura y
por un momento pensar como seres pensantes que supuestamente somos.
¿Cuánto vale
la pérdida de un monte nativo? ¿Cuánto por no poder pescar en un arroyo?
No faltará
el economista ambiental que prontamente haga un cálculo y nos salga con una
cifra en alguna moneda, pero, todos tenemos claro que esos billetes no traerán
de nuevo el monte ni los peces.
Volvamos a
lo de que: “ UPM se
compromete a compensar ambientalmente a ROU “
¿Que quiere
decir eso?
Evidentemente
es el reconocimiento de que la empresa contaminará, ya que de otra forma no
habría nada que compensar.
Una simple definición de la compensación
ambiental dice que es un conjunto de medidas y acciones que se implementan siempre que no se puedan
adoptar medidas de prevención, corrección, mitigación, recuperación y
restauración eficaces.
Así, la
previsión de compensaciones ambientales es un claro índice de que no podrán
tomarse y ponerse en práctica medidas suficientes para evitar la contaminación
del ambiente a partir de la planta.
El documento
firmado nos aclara que esa “compensación ambiental” en el caso de la
pretendida planta de UPM en el Río Negro se limitará a la suma de 10,5 millones
de dólares a ser utilizados en el saneamiento de Paso de los Toros y Pueblo
Centenario.
Sobre eso se
expresó el mes pasado la Ministra De León diciendo que la empresa se
comprometió por escrito a “colaborar en la limpieza, mejora y
mantenimiento de los efluentes de este río” (2)
Incluso se ha dicho por parte de voceros del gobierno que se
trabajará conjuntamente con UPM para mejorar “todo el ecosistema del Río
Negro”.(3)Eso mientras que desde la academia se indica que los niveles de
contaminantes declarados en los estudios de UPM respecto de sus efluentes son
muy altos.(4)
Hoy vemos en las redes sociales que el Río Negro es
más bien el “Río Verde”. Está claro que
más allá del monitoreo, no se ha tomado NINGUNA medida para
mejorar esa situación. Mientras que en
el río Santa Lucia se han tomado iniciado algunas acciones de protección y
prevención, nada se hace por el Río Negro.
¿Será que se espera la instalación de UPM para comenzar a
trabajar y hacer ver que esa planta sirvió para mejorar el río?
Seguro que suena a teoría conspirativa, pero no hay mucha
otra explicación a la inacción del estado en un tema que ha sido estudiado por
la academia y que es monitoreado por el estado desde hace ya casi 10 años.(5)
Por otra parte, en una ofensiva de relaciones públicas de
UPM que se ocupa especialmente de la zona donde se plantea instalar su segunda
planta,la empresa pide confianza y paciencia y dice que su planta no
contaminará (6).
Eso nos lleva nuevamente al tema de la compensación
ambiental propuesta por UPM, compensación que no tendría sentido si no
contaminara. Sobre ello hay dos interrogantes.
La primera, si es aceptable este sistema de “canje” o
“compensación” en temas ambientales. Básicamente, si podemos llevar todo a
pesos o dólares.
La segunda, suponiendo que fuera aceptable la “compensación”,
es sobre monto acordado, que es aproximadamente lo que gana UPM de su planta de
Fray Bentos en una semana, y eso como compensación por una planta a instalar en
una zona franca, para procesar un producto local, por 30 años
¿Será que no es posible hacer obras o implementar procesos
que mejoren el Río Negro sin los 10.5 millones de dólares que UPM ofrece por
toda “compensación”?
Que se convenga por parte de autoridades nacionales que se
puede compensar la contaminación de una planta que la propia empresa dice
arrojará al río 45.625.000.000 litros de efluentes anualmente durante al menos
30 años con dinero dice mucho de la conciencia ambiental de las autoridades.
Que se acepte por parte de esas autoridades, que manejan
presupuestos de cientos de millones de dólares anualmente, que esa compensación
se limite a 10,5 millones de dólares ya es un insulto a nuestra inteligencia.
Lo que está claro es que hoy el Río Negro está
contaminado, que instalar una planta de celulosa en el embalse de Baygorria no
lo mejorará y que no es aceptable se pretenda compensar con una ridícula suma de dinero la
degradación ambiental que no se limita al agua sino que también debe considerarse
en el aire y en el suelo.
Las medidas para mejorar el río no pueden esperar a que se
instale un nuevo contaminador y además se deben transparentar todas las
condiciones económicas de esa instalación.
En este punto, falta transparencia en el gobierno que
mientras hace declaraciones casi propagandísticas sobre la planta de UPM en el
río Negro (7) declara confidenciales los estudios que supuestamente sirven de
soporte a esas afirmaciones (8)
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